La bifurcada trata de crear no tanto objeto, sino un entorno de vivencia estética, emotiva, sensorial, intelectual


... al pensar en La bifurcada debemos reconocer dos actores fundantes: el proveedor artístico, facilitador de la experiencia, que proyecta la obra; y quien actúa artesanalmente dando el sentido empírico a la obra, el público, quien también la apropia, se sorprende, la resignifica, dando el sentido último: el connotativo. O cómo dijera Barthes: “…la denotación no es el primero de los sentidos, pero finge serlo; bajo esta ilusión no es finalmente sino la última de las connotaciones (la que parece a la vez fundar y clausurar la lectura)…” (Barthes, S/Z)